La Cámara de Representantes de los Estados Unidos se convirtió en el escenario de un acontecimiento político sin precedentes cuando, tras una votación histórica, destituyó a Kevin McCarthy de su cargo como presidente del cuerpo legislativo. Esta inusual acción fue promovida por miembros de su propio partido, los republicanos, y marca un hito en la política estadounidense.
El martes pasado, la Cámara de Representantes tomó una decisión trascendental al remover a Kevin McCarthy de la presidencia del órgano legislativo. Este dramático giro político se produjo después de que miembros del propio Partido Republicano presentaran una moción que finalmente culminó con una votación de 216 a favor y 210 en contra, sellando la destitución de McCarthy.
La expulsión de McCarthy fue desencadenada por la moción presentada por su colega Matt Gaetz de Florida, quien, el lunes por la noche, forzó una votación sobre su destitución. Lo que siguió fue un debate en la Cámara de Representantes que se prolongó durante una hora, durante el cual miembros de ambos partidos expresaron sus opiniones sobre la destitución de McCarthy. En un hecho inusual, McCarthy, hasta ese momento tercero en la línea de sucesión a la Casa Blanca, permaneció en silencio en la segunda fila de sillas de la Cámara Baja.
La votación requirió una mayoría simple en la Cámara de 435 miembros, y los 216 votos a favor de la destitución indicaron un punto de inflexión en la política interna de los republicanos, que mantienen el control de la Cámara con una mayoría de 221 a 212 sobre los demócratas de la oposición.
Esta audaz medida para destituir a McCarthy revela las profundas divisiones que han afectado a la mayoría republicana en la Cámara de Representantes durante este año. McCarthy había asumido la presidencia de la Cámara en enero de 2023, y aunque había enfrentado tensiones y críticas en su liderazgo, hasta ese momento solo unos pocos republicanos de la derecha radical habían mostrado disposición a votar en su contra.
La moción de destitución presentada por Gaetz cobró impulso después de que McCarthy buscó el respaldo de los demócratas para obtener los votos necesarios para mantener financiado al gobierno federal. Esto generó controversia y descontento dentro de su propio partido.
Los críticos conservadores de McCarthy habían estado presionando para su destitución desde el inicio de la legislatura, negándole votos y obstaculizando sus planes. En su discurso en el piso de la Casa, McCarthy acusó a su propio partido de ser “caos” y cuestionó su confiabilidad.
La destitución de Kevin McCarthy es un acontecimiento sin precedentes en la política estadounidense y tendrá un impacto duradero en la dinámica política en el Congreso. La acción revela las tensiones internas dentro del Partido Republicano y plantea preguntas sobre el futuro liderazgo en la Cámara de Representantes y su papel en la toma de decisiones clave en el país.